Lapsus Calami
Ángel Domingo Martínez
lapsusca@gmail.com
No hay
No hay razones para estar molesto con
esta situación, o si, con la situación o con el gobierno, para no discutir con mis amigos o parientes
gobierneros o enchufados, vamos a decir que el problema es la situación, si, la situación económica y para
ser más concreto y felices todos, la “guerra económica”, porque el gobierno
dice que es una guerra del empresariado o del imperio para con el gobierno, y
la oposición, que es una guerra del
presidente para con el pueblo, en resumidas cuentas guerra es guerra. No
hay…problema.
No hay, es la
frase. No de moda, ya tiene algún tiempo. Y no hay más remedio que aceptarla, y
hablando de remedios, uno busca una medicina y la escucha en una docena de
farmacias, no hay, no hay ni el remedio o el fármaco original, pero tampoco hay
el genérico, el problema no es que no haya la medicina, debemos resignarnos a
bien morir, sin medicinas pero con dignidad. Lo grave es que tampoco hay jabón,
ni desodorantes, motivo por el cual hay que morir hediondo antes de tiempo y es
que no hay crema de afeitar, ni máquinas por lo cual hay que morir barbudo y no
hay derecho a morir así, si uno no ha sido de esa manera, como descuidado
echándoselas de artista bohemio, intelectual o de revolucionario bajando de la
montaña, peor aún como un indigente.
Nos igualaron a
todos, y todos somos iguales, obviamente ante los ojos de Dios, pero también
ante el vulgo, aunque hay algunos más iguales que otros, nos hicieron codear
con la chusma, ”vente Kico, no te reúnas con esa chusma”. Y
Kico nos dice como a Don Ramón, “chusma, chusma”. Los que presumíamos de no hacer cola porque
nos daba igual que las caraotas, por saco, la mayonesa o el whisky costara lo
que costara igual teníamos para comprarlo, aunque ahora, no hay.
Éramos diferentes al resto, pero sin darnos
cuenta nuestras cuentas, bancarias comenzaron a bajar sus números, ya no es una
cuenta corriente de seis, siete y hasta ocho cifras medias o bajas, tampoco es
una cuenta boliburgusa, esas son en dólares, poco a poco fueron bajando a ritmo
de conga, los cheques comenzaron a saltar como pelotas de ping pong, Diríjase
al que te conté. Las tarjetas gritan:
fondos insuficientes, negada, el portador: -no puede ser, debe haber un error,
y como tarjetahabiente espera impaciente, y la pequeña máquina repite su
vergonzante mensaje anterior. Déjalo así. No puedo llevar la mercancía, no hay
fondos, no hay nada que llevar. Dinero, no hay, gobierno no hay.