Lapsus Calami
Los Doce Apóstoles de la Revolución
Esta
juventud prolongada como ahora estilan llamarnos a los viejos caducos, ésos que
éramos locutores, publicistas o periodistas y que ahora no tenemos oficio
conocido, fijo o reconocido y que matamos el tiempo, limpiando el jardín de la
casa y el de los vecinos y porqué no, hasta la caminera de la urbanización en un
intento de tener un huerto productivo de esos que el difunto Chávez casi nos
ordenaba que hiciéramos en cualquier sitio donde se encontrara un pedazo de
tierra, así fuera detrás de las orejas, quizás presintiendo que con el paso de
los años no íbamos a tener frutos, hortalizas, ni verduras, y de conseguirlas solo
a precios sumamente elevados o a ningún precio.
Matamos el tiempo tratando de arreglar peroles
viejos en desuso y que al final nos resulta por la escasez de muchos de éstos, actitud
que nos hace olvidarnos de nuestra presunción de haber tomado y comido en buenos
restaurantes o disfrutar en el Country para sentarnos en el brocal de una calle
en un larga cola, a pleno sol o lluvia, compartiendo con el lumpen proletariado,
para comprar una harina de maíz, o medio cartón de huevos.
Otro de esos pasatiempos es leer algo y
escribir necedades como estas para manteneros activos y lúcidos.
En
una de esas, revisando mi vetusta y modesta biblioteca, me encuentro, me
tropiezo, me topo, con un libro o un panfleto, como lo llamara el propio autor,
y que leí hacía varios años concretamente a mediados de los años setenta, al
cual particularmente no le di mayor importancia, ni le paré mucho, no había nada
que temer y estuvo de moda en su momento.
“Los
Doce Apóstoles” fue, creo yo, uno de esos ejemplares que denominaban best
seller, o un escándalo de comadres, escrito por el periodista investigador
Pedro Duno y que me atrevo lanzarlo de tarea a los estudiantes de periodismo
investigativo a ver si averiguan quienes son los nuevos apóstoles de la
revolución y obtienen el mismo resultado.
El
jefe debería ser Jesucristo, pero Pedro Duno le atribuye ese protagonismo a la
patria, de igual manera que sería hoy, es la patria, Venezuela, que transita
ese viacrucis, que está siendo crucificada y a punto de morir, pero que todos
esperamos que resucite, aunque ya no al tercer día, y que la vida nos dé el tiempo
suficiente para ver el final de la pasión.
El
trabajo, o la obra en cuestión, es un paseo rasante por la corrupción administrativa o la decadencia
de la democracia o simplemente lo que llamó el autor “proceso a la degradación
política” y años después, uno de los
motivos por los cuales insurgio Hugo Chávez en el escenario político y que la
gente cansada de esa merienda optó por la solución conocida y que fue al final el remedio peor
que la enfermedad.
Explica el periodista la forma como personeros
de los partidos políticos, ministros, concejales, empresarios y los enchufados
de ese tiempo, hacían los grandes negocios con las multinacionales, con obras,
realizaciones y con el patrimonio de la nación.
No
sé realmente sin en su totalidad los doce, y que conste que el investigador
dicen que fueron muchos más, yo lo creo
así. Lo cierto es que de estos doce hay
varios que ya se marcharon y están en
“Tierra de Jugo”, es decir en los jardines del olvido. Familias muy respetadas
y respetables, son nombradas allí, entre otras Fonseca, Lauria, Espejo, Rodríguez,
Febres, Tamayo, Espejo Asís y así pare usted de contar. Algunos siguen en la
pelea con sus caras bien lavadas.
Luego
de esa debacle del período democrático se conocieron frases como “Venezuela
Suya”, “dispara primero y averigua después”, “ellos robaban, pero dejaban robar”, “agarra,
que el ciego tiene, “con ellos se vivía mejor”.
A decir
de muchos, y yo que lo repito, éstos que llegaron después del desbarajuste
democrático, agarraron todo para ellos solitos, despilfarraron a manos llenas,
rasparon las ollas y no quieren soltar la manguangua, hacen toda clase de suerte,
o mejor decir, de triquiñuelas para seguir chupando.
Desde
esa época algunos también se hicieron pasar y adoptaron un verbo socialista, según lo
explica Duno. Banquero como el apóstol
Pedro Tinoco, el que dejó para el recuerdo la reconversión monetaria de los
setenta y con ella los famosos “tinoquitos” y protagonizo la primera debacle
bancaria. Gumersindo Rodríguez, el Judas Iscariote, que intentó marcar el rumbo
socialista de la revolución democrática.
El apóstol de la Pepsi y la televisión,
Gustavito Cisneros, que se apresuró a prestarle su avión particular a Chávez
para la campaña electoral, sin sospechar lo que traía el mulato de Sabaneta de
Barinas entre manos.
Diego Arria, de punta en blanco para hacer
creer a Piñerúa que era adeco, con bastón de puño de oro y su productiva
pasantía por la Alcaldía caraqueña incluyendo compra de autobuses y el turismo
donde hizo de la Conahotu y el turismo,
al parecer, un buen negocio.
La
tarea es averiguar con nombre y apellido donde están y quiénes son los “Apóstoles de la
Revolución”, no es tan difícil a mi parecer, si nos atenemos a la vox populi,
¿quiénes se convirtieron en “bolichicos” o nuevos burgueses?, ¿quienes manejan
y han manejado el sector bancario y los
seguros?,¿ quienes manejaron y manejan los hidrocarburos, gasolina y diesel y que, lejos de mejorar el servicio del gas doméstico
a los hogares, crearon una mafia que puso a sufrir al pueblo por la carencia de
gas?, inexplicable. ¿Quiénes los medios de comunicación, prensa, radio,
televisión?
¿Qué
apóstol con cara de cemento maneja hoy la producción y distribución del
preciado polvo que hoy se cotiza a precio de dólar paralelo y que otrora estuvo en manos de dos familias
apostólicas los Delfino y los Mendoza?.
¿Quiénes
son los valientes o nuevos apóstoles que fundan hipermercados en revolución con sucursales en
varias ciudades del país sin que se les caiga ni un cabello, ni un “sundade”,
al estilo Cada o Central Madeirsense en sus mejores tiempos?
¿Cuántos
y cuáles apóstoles hay empujando el tren
que debería recorrer todo el país de norte a sur y de este a oeste y se quedó
en medio de los rieles, sin túneles, ni puentes?.
¿Quiénes
negociaron los autobuses chinos colorados que en cada estado muestran un
cementerio de unidades sin repuestos que les haga funcionar los timbres o el
aire acondicionado y el soberano pasando las de Caín en las ahora famosas “ruta
chivo” o “perreras”?. No hay derecho.
¿Quiénes
se comprometieron a terminar la represa hidráulica Yacambú en el estado Lara y
acabaron con la del Gurí, cuántos apóstoles hay en el servicio eléctrico
interconectado, que ya no conecta nada y que paraliza al país a cada rato por
carencia de fluido eléctrico, de transformadores, de bombillos, sometiendo al
escarnio público a las iguanas y rabipelados?.
¿Llegará
el momento de saberlo todo, veremos los archivos de Odelbrech? ¿Sabremos
quiénes son esos otros chivos? o quedaremos eternamente sumergido en el secreto
de la impunidad, no lo sé, hasta aquí llega mi inquietud.