Texto participante en el concurso literario 100 palabras para Caracas
2015
El cerro más bonito del mundo
Estaba el par de caraqueños,
al pie del cerro El Ávila. Uno nacido en La Pastora y el otro en San José. Cada
fin de semana se encuentran, justo después del almuerzo en este punto de la
capital venezolana para evocar memorias de un pasado que parece que fue ayer.
Tanto Ángel Rafael como Ramón Domingo, vieron por primera vez la luz de la vida
en esa zona cercana a esta inmensa formación montañosa que ahora le dieron por
nombrarla Waraira Repano como dicen que la llamaban nuestros primero habitantes
indígenas.
El cerro luce inmenso desde aquí abajo, donde
se encuentran los compadres, en su amena conversa y que tiene como fondo este
ícono natural que adorna el paisaje caraqueño. Imposible enumerar cuántos
paseos compartieron por aquellos lares y admirar ese ambiente paisajístico con
sus amigos o familiares. Añoran el “camino de los españoles, “La Puerta de
Caracas y la subida a Galipán, cuando se disponían regularmente a comprar flores.
Cómo olvidar esos paseos matinales y sobre todo los domingos a Los Caobos.
Muchas imágenes revolotean en sus pensamientos
al celebrar la buena noticia de que aún están vivos. Y los recuerdos vagan
desde los tiempos de la otrora Sucursal del Cielo.
- ¡A mi Caracas!, ya no logro
reconocerla, pero ni así - Es Ángel Rafael, quien suelta esa afirmación con
profunda vehemencia, que enfatiza señalando el dedo índice, debajo del pulgar.
Ramón Domingo, lo observa sin
inmutarse, conoce muy bien al padrino de su hijo, el hijo que ahora le ha dado
nietos y el amigo, que más que compadre, es su hermano del alma. Y con un tono
de voz reposado le riposta: -Así son las cosas, como diría, el Chivo Negro,
Oscar Yanes.
-Ángel Rafael, quien todavía lleva
en su muñeca un longevo reloj Lanco, que compraron juntos en el Pasaje
Capitolio agrega con voz altisonante: -Chúpate esa mandarina – al tiempo que
deja escapar una sonora carcajada
–Ah compa- dice Ramón Domingo:
-¿Y qué hora en ese reloj “antigüisimisimo”,
si es que todavía la marca?
--No es algo del otro mundo- contesta Ángel Rafael, es como
el reloj de piedra de la Plaza San Jacinto y agrega con cara de resignación,
pero para muchos, cualquier cosa es mejor que nada, van a ser las cuatro,
todavía da en el blanco, decía aludiendo así al eslogan publicitario que
identificaba a la popular marca relojera.
-Ya casi tenemos que irnos, así,
en un sinfín de añoranzas recordadas van surgiendo evocaciones hasta que
en la conversación tocan el tema de la navidad. -Cómo le parece compa, que la
semana que viene encienden “la Cruz del Ávila”
-Si es que hay electricidad compadre. La navidad es esa época en la cual
si uno no se integra al bochinche generalizado, a formar parte del caos, está
fuera de orden.
Los años vuelan, los meses
corren, los buenos momentos son instantes y las horas de infortunio dan la
impresión de pasar en cámara lenta. No les llevó tiempo entender que serían
las personas que eran. Un par de
septuagenarios, pero que como los carros, ellos también fueron último modelo. Y
por supuesto, también fueron niños…
-Hablando de eso chico - Suelta de repente
Ángel Rafael en forma de broma: ¿Tú crees que el Niño Jesús nos va a traer
regalos en esta Navidad?
Con una expresión que parece una mueca, Mon
Domingo le contesta:
-¿Ah tú crees que la masa está pa´bollo?
- Mon Domingo, no dejaba de
tener razón. Ahora vivimos entre pájaros y pollitos: Por la situación, mucha
gente está que trina y no de alegría y hay un número considerable de personas
que ni siquiera hace pío. Difícilmente se encontrará suficiente dinero para los
juguetes de los muchachos. Apenas si habrá para las hallacas, aunque no se
sabrá hasta noviembre, porque cada día el dinero vale menos y la comida cuesta
más.
Actualmente en Venezuela hay gente que cuando
prepara una arepa de harina de maíz tiene la sensación de estar amasando una
fortuna. Ahora con el precio del maíz, el costo de la harina será un brollo.
Dicen que para preparar las hallacas lo
primero que se tiene que hacer es una cola para comprar la harina de maíz… y el
colmo, hasta los buhoneros bachaquean. Y para que a un buhonero le apliquen la
ley por especulación la policía debe sorprenderlo con las "manos en la
masa".
Antes pegábamos una carrera para alcanzar una
gallina y hacer nuestro sancocho. Ahora hacemos una cola a ver si un pollo
alcanza para todos. Y si aumentan la gasolina, la gente, con seguridad
protestará debido a que aumentará el precio de la comida y el estómago no tiene
neuronas.
-¡Y la gente se quiere comer su hallaquita chico! En estos últimos tiempos los caraqueños
andamos como las gallinas, la mayoría de la gente trata de conciliar el sueño
temprano. En las calles lo más
seguro es el peligro y el peligro está asociado a la muerte… Y después de
tanto tiempo, se puede perder la vida en un instante, en un momento… Pero aquí
estamos. Y seguimos dando y llevando. Siempre es mejor dar que recibir, aunque
de los golpes también se aprende.
Cada quien que cuenta a
Caracas lo hace desde la perspectiva de su memoria para recordar lo vivido. Y
ninguno de los dos, ni Ángel Rafael, ni Ramón Domingo se arrepienten de haber
vivido, por eso perdonan, pero no olvidan.
¿Qué le cambiarías, a la
Caracas de ayer? ¡Nada!. De mi Caracas vieja no cambiaría nada…porque tenemos el cerro más bonito del mundo y lo que no
podemos cambiar es el futuro. Uno es viejo, pero no tanto como para no desear
cosas nuevas… Necesitamos una Caracas nueva… es un anhelo impostergable. Ese
sería el regalo que le pediría al Niño Jesús, porque estoy seguro de que San Nicolás no me lo dará. Vámonos
compadre!!!