martes, 17 de abril de 2012

SAMBILISMO

Ángel Domingo Martínez lapsus@cantv.net / lapsusca@gmail.com No pensó nunca el presidente de la república, o si las pensó, no le paró mucho, las consecuencias nefastas que podría traerle el cierre, o la no renovación de la concesión a RCTV, nunca se imaginó, que todos los días, tres veces al día, le estuvieran reclamando a nivel internacional, que aquí no hay estado de derecho y que tienen 500 y tantos día con sus equipos secuestrados. Como es sabido, dicen los analistas que esta acción fue la consecuencia del revés que sufrió en el 2007. Ahora a las puertas de una nueva consulta, y déle con las consultas, sobre todo inconstitucional, cerrando el año, antes de anunciar lo que posteriormente anunció, se le ocurrió pasar por el final de la avenida Andrés Bello y comienzo de la Urdaneta, cerca de la Candelaria, emblemática parroquia caraqueña de buenas tascas y restaurantes, donde una tranca de tránsito, de las muy comunes en esas avenidas hizo detener la caravana presidencial y darse cuenta que desde hace ya unos tres años, un monstruo se estaba levantando en ese lugar. ¿Y qué es eso?, preguntó asombrado el primer mandatario. Aah, contestó el asesor, un nuevo Sambil. ¿Un qué?, un mall, presidente. ¿Qué cara…jo es eso? (Así dicen que habla el presidente en privado, no me lo crean) Bueno, presidente, un centro comercial, de esos que abundan en los Estados Unidos. ¿En el imperio?, Co…ño con estos gringos de mier… ¿Tú te imaginas la traca que se va hacer cuando yo vuelva a pasar por aquí en el 2021?, no, no, no, ya voy a mandar a parar esa vaina. No sabía el presidente que en este país en los últimos diez años, iguales años de su permanencia en el poder, nació, creció y se propagó por varios estados de la república bolivariana, una nueva doctrina o secta, con sus respectivos sinónimos: grupo, hermandad, camarilla, pandilla, cofradía que se llama el Sambilismo. Los sambilistas son personas, escuálidas, chavistas, pitiyanquis, blancas, rubias, negras, morenas, altas, bajas, variopintas, tan peligrosas para la revolución que les encanta comer, pasear, ir de compras o al cine, cargando encima una explosiva, cuan enorme caja de cotufas combinada con una riesgosa bebida gaseosa. Van al bowling, donde los hay, para lanzar y correr bolas a diestra y siniestra, en fin, van y se concentran como hormigas en esos centros a practicar las más diversas y perversas actividades que en cada uno de esos sambiles, se practican u ofrecen. Es probable que el presidente no haya podido ver en sus diez años de gobierno, ocupado en sus viajes al exterior, o en sus reuniones del Poliedro o del Teresa Carreño, cómo en el Sambil de Chacao, no se si el de Valencia, o Maracaibo, no sólo los fines de semana, donde aquello parece la salida del Metro en las horas pico, sino en cualquier día de la semana un gentío incalculable, multitud, o enjambre que entra y sale de esos laberintos comerciales. Barquisimeto no escapó a esta nueva doctrina y con la anuencia, permiso y beneplácito de las autoridades regionales rojas, rosadas ya cuenta con su espacio sambilero, que desde el aire parece un cuatro y donde en las recién finalizadas fiestas navideñas, los espacios destinados para el estacionamiento de vehículos no se daba abasto, teniendo los usuarios que esperar algún tiempo para ubicarse y poder acceder al centro y donde otros conductores algo abusadores, se estacionaban en lugares no adecuados. Igual ocurriría en otro de nuestros emblemáticos centros comerciales, como lo es Las Trinitarias. Donde no son sambilistas pero sí solidarios con sus ideales. De allí que la medida anunciada por el presidente, aunque aún no ejecutada oficialmente, por ahora, lejos de beneficiarle puede traerle al mandatario, aunque ya parece inevitable, un desastroso y nuevo revés, es más, solo el anuncio, parece haberle dado pánico a los sambilistas del centro de Caracas y del resto del país que en conjunto y sumando millones ya se pronuncian en contra de la probable expropiación y ya han manifestado a vox populi con mi Sambil no te metas.

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